La posibilidad de que se haya detectado un caso de legionella en el hospital Avellaneda refrescó la memoria de los tucumanos, que rápidamente recordaron el brote que se había registrado en el sanatorio Luz Médica, entre fines de agosto y principios de septiembre.
En aquella ocasión, inicialmente había reinado la incertidumbre, debido a que las neumonías bilaterales que se habían dado entre el personal y pacientes de ese sanatorio nada tenían que ver con las variantes del SARS-CoV-2 conocidas hasta ese momento. Estudios posteriores realizados en el laboratorio del Instituto Nacional de Microbiología Malbrán determinaron que la responsable de esas neumonías bilaterales que causaron seis muertes había sido la bacteria legionella pneumophila.
Luz Médica reabrió sus puertas hacia mediados de octubre, con el visto bueno de las autoridades sanitarias de la provincia. Una firma certificada en el ámbito internacional había sanitizado el edificio, los tanques y los circuitos del agua.
En aquella ocasión, y nuevamente hoy, se pone sobre el tapete la discusión acerca del mantenimiento que se debe realizar en aquellos edificios donde puede presentarse la bacteria. La infección por legionella puede ser adquirida principalmente en dos grandes ámbitos: el comunitario y el hospitalario. En términos generales, su contagio puede darse a partir del contacto con el vapor de agua contaminado con bacterias. Tal vapor suele provenir de bañeras o de duchas calientes; y en grandes edificios, de unidades de aire acondicionado. Las bacterias no se transmiten de persona a persona.
“De acuerdo al protocolo establecido por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), para tratar la posible existencia del patógeno se debe realizar una limpieza de las cañerías de agua del edificio con hipoclorito de sodio, y posterior pasteurización”, explicó a LA GACETA Carlos Frías Paz, licenciado en Higiene y Seguridad, y consultor ambiental de la provincia.
“La tarea empieza con el clorado en los tanques de la terraza, y con el vaciado de las cañerías mediante la colocación de bombas. Se codifican las salidas de agua en todo el edificio -canillas, duchas y bidets-. Se aplica un shock térmico a las cañerías del edificio, con agua a 70° C. Con los recaudos necesarios, se debe registrar la temperatura del agua caliente -siempre en cada canilla, duchas y bidet-, en todos los pisos del edificio”, añadió Frías Paz, que cuenta con un posgrado en ingeniería ambiental.
Precisó que este registro de temperatura se realiza con una cámara infrarroja, y dijo que todo queda registrado automáticamente. “Además se toma un registro fotográfico, con la marcación de la temperatura y el código asignado a cada salida de agua. Este shock térmico se conoce también como pasteurización”, señaló.
Seguidamente, continuó, se toman muestras del agua fría, en cada toma de cada piso del edificio. “Las muestras, que se analizan con el medidor de cloro de campo, se realizan al azar en puntos equidistantes entre sí. Se realiza luego una purga final de agua fría a todo el edificio, para retirar de las cañerías el excedente de cloro utilizado para su limpieza. De ese modo se llega a los valores de la red de la Sociedad Aguas del Tucumán”, detalló el especialista.
No obstante haber realizado este procedimiento, hasta ese momento no puede decirse que el edificio en cuestión se encuentre libre de la bacteria legionella. Restan todavía algunos pasos para que se vise la desinfección. “Pasadas las 36 horas del proceso se toman muestras de agua en distintos puntos distales del sistema de todo el edificio. Estas muestras se analizan; se les mide el nivel de cloro con los equipos de campo, de temperatura y de pH”, cerró Frías Paz. Una vez finalizado este proceso, se decreta el sistema de agua del edificio libre de bacterias.
El profesional recordó que la legionella está presente en todo el mundo. “En ese sentido es como la gripe. Por eso se recomienda que se hagan los mantenimientos”, aconsejó.
Subrayó que nada tiene que ver la edad del edificio. “Puede ser nuevo o viejo. El tema aquí tiene que ver con la limpieza, con las condiciones del agua. Esta debe correr siempre; no debe permanecer estancada”, advirtió. Y dio el ejemplo de una conexión particular que uno pudo haber hecho en su casa, y que luego esta haya quedado en desuso. “En un caño de bajada, uno puede haber añadido una T recta para poner una canilla, y quizá esta luego se rompió, y uno decidió no cambiarla, sino ponerle un tapón. El esa parte del caño el agua quedó estancada y puede surgir la legionella”, puntualizó.
Por último, recomendó que se haga la limpieza en todo el circuito del agua. Pero remarcó que no podría hacerlo un particular. “Se trabaja con hipoclorito de sodio, que puede quemar el ojo; y se trabaja con temperaturas de 70° C. Hay que usar ropa especial, y contemplar todas las condiciones de higiene y seguridad. Además, hay que hacer las mediciones y los análisis posteriores”, indicó Frías Paz.